Hace unos años, cuando Delfina Irazusta terminó de leer “Crear o morir”, un libro sobre los desafíos de América Latina para alcanzar el progreso a través de la innovación, le escribió un mail a su autor, el periodista argentino radicado en los Estados Unidos, Andrés Oppenheimer. Se presentó, le contó que había creado una ONG que considera a la innovación como uno de los pilares para el desarrollo de las ciudades y le pidió algunos ejemplares. Quería repartirlos para inspirar a políticos y funcionarios. Tiempo después, la editorial le mandó 50.
Ahora es la mañana de un viernes soleado que promete ponerse caluroso. La protagonista de esta historia cuenta la anécdota mientras espera a tres mujeres, todas funcionarias, con las que va a reunirse y acuna a Sofía, su hija, una beba de dos meses con ojos celeste claro y destellos dorados en su cabello.
Estamos en la plaza Mitre, frente a la Catedral de San Isidro, el municipio en el que vive. A lo que Delfina quiere llegar con la anécdota del libro es a lo clave que es para las ciudades contar con funcionarios comprometidos y convencidos de todo el potencial que tienen los territorios que gobiernan.
–Hay intendentes que inspiran pero no saben armar equipo– lanza.
Delfina explica que con el proyecto que lidera desde hace algo más de 10 años busca que en todos los municipios del país se den las siguientes variables: intendentes con visión estratégica, equipos eficientes y una sociedad civil y un sector privado comprometidos. Y menciona ejemplos como Tandil, Rivadavia, 3 de Febrero (Buenos Aires) y San Justo (Santa Fe) como algunos casos de ciudades que RIL contribuyó a potenciar.
Hablar de Delfina Irazusta es hablar de esas tres siglas que significan Red de Innovación Local. Y hablar de RIL es hablar de Delfina Irazusta, esta mujer de 37 años a la que le cuesta pensarse a sí misma sin que ese proyecto que tanto le apasiona se mezcle en la conversación.
Delfi, como la llaman todos, empezó a soñar a RIL mientras hacía un posgrado en Flacso, después de haber estudiado Ciencias Políticas en la UCA y cuando todavía extrañaba los cielos en 360° de su infancia en el campo. Se propuso una meta tan ambiciosa como loable: que todas las ciudades del país fueran el orgullo de sus habitantes y que en ellas encontraran calidad de vida pero también las oportunidades que necesitan para desarrollarse.
“Estamos acostumbrados a creer que para tener calidad de vida hay que irse al interior y que para acceder a oportunidades hay que ir a las grandes ciudades. Yo sueño con ciudades que ofrezcan ambas cosas”, explica Delfina con un entusiasmo que se le cuela en la voz.
Sentada en un banco de la plaza, vestida con jean tostado y remera negra, con el cochecito de su hija al lado, nadie imaginaría que esta mujer puérpera cuenta con el apoyo de prestigiosas organizaciones globales, como Ashoka, y que acaba de recibir un generoso fondo internacional para exportar su filosofía y su método a ciudades de América Latina.
Cuando habla de RIL, de su potencial y sus logros, Delfina parece evangelizadora. Es fanática de su ONG porque sabe, lo vivió en carne propia, todo lo que pasa cuando una ciudad no tiene todas todas las respuestas para todos los que viven en ella.
Delfina sueña con ciudades en las que ninguna mujer tenga que viajar cientos de kilómetros para traer hijos al mundo porque el lugar en el que vive no le garantiza un entorno cuidado, como le pasó a su mamá. O en las que el desarraigo no sea la única opción de los jóvenes para ir la universidad, como le pasó a ella.
Para hacerlo posible, la organización tiene programas de formación y acompañamiento a los equipos de gestión de los municipios con un claro objetivo: lograr gobiernos eficientes, transparentes y conectados con sus habitantes. Pero RIL también es la suma de redes de funcionarios que comparten aprendizajes y políticas públicas exitosas.
Cada vez que habla de RIL, Delfina refuerza conceptos con ejemplos en municipios. En el sitio de la organización, de hecho, se listan todas esas iniciativas, como el banco de ayudas técnicas que tiene San Fernando del Valle de Catamarca para las personas con discapacidad, el programa de acompañamiento integral hasta los 18 años que lleva adelante el municipio cordobés de Jesús María, o el centro de integración social para personas en situación de calle de la localidad entrerriana de Paraná.
Aunque su partida de nacimiento dice que nació en la ciudad de Buenos Aires, Delfina pasó los primeros 14 años de su vida en el campo, a 25 kilómetros de Pergamino. “Hice el jardín y la primaria ahí. Pero no tuve vida urbana en esos años”, cuenta.
Cuando cumplió 14, la familia Irazusta, compuesta por mamá, papá y cinco hijos, se mudó a Trenque Lauquen. Ahí Delfina conoció todo lo que puede ofrecer una ciudad de tamaño intermedio. “Tuve la suerte de experimentar una vida urbana que era linda, en una ciudad con distancias ideales que se podían hacer en bicicleta”, dice, y también remarca la oferta de actividades extraescolares. “Pasé de no hacer nada a hacer hockey, guitarra, coro e inglés”, enumera.
Pero los años de bicicleta, deportes y música llegaron a su fin cuando terminó el secundario y decidió estudiar Ciencias Políticas. “A los 17 me mudé a la ciudad de Buenos Aires para estudiar. Una cree que eligió irse pero no. Tu entorno eligió por vos”, dice, y la conversación se pone en pausa porque es la hora en la que Delfina tiene que buscar a Toribio, su hijo de 2 años, al jardín.
Como RIL no cuenta con oficina, de lunes a viernes su rutina es una especie de Tetris en la que se encajan compromisos laborales con los que impone ser madre de dos niños. Sus días suelen comenzar a las 8, cuando se toma un café con leche en compañía de Fede, su marido, la razón por la que vive en San Isidro y también por la que no se volvió al interior después de estudiar. “Fede es de San Isidro, tiene a todo su círculo acá y la idea es que los chicos vayan al colegio al que fue él”, explica Delfina.
Una vez que el día arrancó, la pareja, que se casó en 2016 después de cinco años de noviazgo, apronta a Tori y lo lleva al jardín. Entonces empieza la jornada laboral de ambos: él se va a la fábrica de aberturas que tiene y ella inicia una seguidilla de reuniones vía Zoom desde su casa.
Desde 2024, todo el equipo, compuesto mayoritariamente por mujeres sub 40, redujo la jornada laboral a 6 horas. La iniciativa surgió durante la reunión de cierre de 2023, que hizo foco en el bienestar del equipo. “Nos preguntamos cómo estábamos y la respuesta que salía una y otra vez era: ‘tironeadas’. Llegamos a preguntarnos si sería que las mujeres no podíamos estar en posiciones de liderazgo pero enseguida nos respondimos que no, que esa no era nuestra cultura”, recuerda.
Entonces surgió la idea de la reducción de jornada. “Lo hicimos con el compromiso de que eso no iba a apagar nuestras ganas de crecer ni nuestros planes. Y nada cambió, todo mejoró. Es un diferencial espectacular”, dice con orgullo.
“Su trabajo es de alto impacto. A diferencia de otras organizaciones con foco en la política, que organizan cenas o redactan papers, RIL tiene el foco en el hacer y Delfina es una mujer emprendedora muy profesional y transparente”, la define el intendente de 3 de Febrero, Diego Valenzuela, el primer municipio certificado por su gestión eficiente. Valenzuela valora que los gobiernos locales sean los protagonistas en RIL. “Los tomadores de decisiones en el mundo empresarial y político la conocen y la respetan”, concluye.
A la hora señalada, en la plaza Mitre, Delfina se reúne con Catalina Riganti, concejal y vicepresidenta del Concejo Deliberante de San Isidro; Agustina de Miguel, secretaria de Gobierno de Junín; y Ana Carina Rodríguez, directora de Gobierno Digital de Escobar, tres municipios que trabajan con RIL. Las tres representan partidos políticos diferentes. Cuando llegan, las tres saludan a Delfina como si fueran amigas.
En el trayecto que separa la plaza de la oficina de Catalina, en el Concejo Deliberante, todas hablan a la vez de sus proyectos. Ana Carina, por ejemplo, cuenta que en los próximos días viajará a Neuquén porque Escobar es parte de una coalición de ciudades organizada por RIL que investiga el potencial de la inteligencia artificial para las ciudades.
La reunión será una charla informal donde las tres mujeres contarán algunos proyectos que surgieron en sus comunas a partir de su incorporación a RIL. Rodríguez cuenta que en Escobar se está trabajando para mejorar la gestión de los datos vecinales.
De Miguel habla de “Alas”, el proyecto deportivo que articula entre la cárcel de mujeres y el club social de Junín y que surgió después de una charla de Eduardo “Coco” Oderigo, creador de Espartanos, en un encuentro organizado por RIL.
Riganti cuenta sobre las mejoras significativas que San Isidro está logrando en su gestión de residuos desde que el municipio es parte del programa Ciudades Circulares, que promueve la eficiencia en ese campo.
“RIL te da una red en donde todos hablamos el mismo idioma. Soy abogada y me dedico a la política, eso hoy está socialmente mal visto. RIL nos ayuda a entender que no tenemos que sentir culpa por lo que hacemos”, dice Agustina.
Catalina interviene y dice: “Sí, pero Delfina no te endulza el oído. Te impulsa a mejorar y las cosas que te dice pueden sonar hasta crudas, como cuando me dijo que San Isidro tenía que sumarse a Ciudades Circulares”, dice. Y entonces cuenta lo que le dijo Delfina al respecto, con tono indignado: “San Isidro es el municipio más rico de la Provincia. No puede ser que no esté”. Delfina la mira y asiente.
Ana Carina, valora la practicidad de Delfina. “Siempre está a tiro de WhatsApp. Le contás un proyecto y enseguida te conecta con gente del equipo que te orienta y te conecta para hacerlo realidad”, dice.
Una de las claves del éxito de RIL es que es una organización apolítica. Delfina cree en las personas más allá de los partidos políticos que representan. “Antes de empezar con este proyecto no hubiera definido a un funcionario público como una persona comprometida con su comunidad. Empecé a ver personas valiosas en todos los partidos políticos. Y entendí que la calidad de una gestión no pasa por el partido sino por la vocación y la capacidad de liderazgo”, dice.
Detrás de una ciudad que encara una transformación profunda hay un político ejemplar, piensa Delfina. A lo largo de la charla, va desgranando algunos nombres, como el diputado nacional por el radicalismo Luis Picat, exintendente de Jesús María; el peronista Daniel Passerini, intendente de la ciudad de Córdoba; el intendente de 3 de Febrero por La Libertad Avanza, Diego Valenzuela; o el intendente de San Antonio de Areco, Francisco Ratto, de Juntos por el Cambio.
–¿Cómo explicás que parte de la sociedad no vea políticos ejemplares y que, incluso, desde el Gobierno se compare a la clase política con una casta?
–Por la desigualdad. Hay muchos temas estructurales no resueltos. Lo que la gente no ve es el compromiso con que muchos políticos tratan de resolver los problemas con que se encuentran, como la falta de recursos o la baja profesionalización en el sector público. Es como el CEO de una compañía que llega con ideas estratégicas y se encuentra con que antes tiene que atender urgencias como que no cuenta con los recursos para pagar sueldos.
–Casi 5 millones de personas viven en los 6500 barrios populares que hay en el país. ¿Qué nivel de importancia le otorgan los municipios a la integración de estas personas?
–Hay municipios que están fuertemente comprometidos con el ciclo de vida de todos sus habitantes desde que nacen. Pero hay temas que son complejos o que requieren más financiamiento, como el del hábitat. Velar por el desarrollo humano de las personas implica controlar, literalmente, más de 60 variables, como la regulación laboral, la generación de oportunidades, la conectividad o la movilidad. El gran dilema es cómo conseguir los recursos para hacerlo.
Así como las empresas logran certificaciones cuando se vuelven eficientes en sus procesos, RIL también certifica a los municipios eficientes. De los 400 con los que vienen trabajando ya certificaron a unos 40: 3 de Febrero, Venado Tuerto, Luján de Cuyo y Jesús María son algunos de ellos. La meta que se proponen los próximos cuatro años es elevar esa cifra a 100. “Una vez que lo logremos, vamos a difundirlo todo lo que podamos, para que contagien a otros y el cambio sea irreversible”, dice casi con certeza científica.
–Si un día RIL dejara de ser necesario porque todos los municipios son eficientes, ¿cómo te sentirías?
–Me encantaría eso. Que todos los lugares tengan calidad de vida y oportunidades. Y que la decisión de moverte de ciudad sea más libre. Tal vez yo no llegue a verlo, pero ojalá que Tori y Sofi sí.
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