La euforia de Wall Street responde a la política de Donald Trump

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El Índice S&P500 alcanzó repetidas veces su mayor valor histórico en junio de este año, y pasó la barrera de más de 8.000 puntos básicos en el mismo periodo.

“Financial Times” del 25 de junio titula “Euforia en Wall Street”; y Bloomberg sostiene que las empresas que integran S&P500 valen hoy 3,3 veces más que el total de sus ventas.

Esto sucedió mientras Donald Trump anunciaba el mismo día que había llegado a un acuerdo comercial con tres países al mismo tiempo: Japón, Indonesia y Filipinas, estos dos últimos con la modalidad del acceso con arancel cero (0%) de las exportaciones estadounidenses a sus mercados internos.

La Unión Europea (UE) es una de las economías más proteccionistas y cerradas del mundo y tiene por eso un superávit comercial de U$S 238.000 millones con EE.UU; ahora Trump se propone ingresar con arancel cero (0%) al mercado automotriz y agroalimentario de Europa, lo que implica reducir a la mitad esa fenomenal brecha comercial en un plazo de 3 a 5 años.

Barclays advierte que su Índice de “Euforia en los activos” se ha duplicado en los primeros 6 meses del año y podría triplicarse al terminar 2025.

Por su parte Nvidia – con una cotización de U$S 4 billones – y Meta/Facebook han aumentado sus activos más de 100 puntos a contar de abril, que fue cuando Trump lanzó su ofensiva tarifaria contra 140 países en el mundo.

EE.UU ha creado más de 800.000 puestos de trabajo en los primeros 6 meses del año y lo ha hecho con una desocupación de 4.1%, sinónimo de “pleno empleo”, y con una tasa de inflación de 2,7% anual en junio.

La clave de lo que está sucediendo en EE.UU. hoy es un fenomenal “boom de inversiones”, en que sólo las provenientes de la reducción de impuestos establecidos por el Presupuesto 2025 alcanzan a U$S 6,5 billones. Esto es lo que hace que las ganancias de las empresas S&P500 hayan superado en más de 80% todas las previsiones.

El “fenómeno Trump” es un episodio de nuevo tipo en la política internacional; y “para pensar lo nuevo, ante todo hay que pensar de nuevo”, en los términos de Nietzsche.

En ese sentido, lo primero que hay que advertir es que todas las innovaciones que ha realizado Trump en la política y en la economía nacional e internacional vienen por el lado de la oferta; y en este punto hay que señalar que la mayor parte de las gigantescas inversiones que se están realizando en este momento en EE.UU. se destinan al despliegue pleno de la infraestructura básica de la Inteligencia artificial (Servers, Data Centers, Redes).

Así, por ejemplo, las 4 grandes empresas de alta tecnología – Amazon, Microsoft, Meta/Facebook, y Google – invierten en este momento más de U$S 260.000 millones en equipos generadores de capacidad computacional, mientras que las startups de alta tecnología de los múltiples Silicon Valley que existen en la sociedad norteamericana, gastarán más de U$S 100.000 millones en similar objetivo.

Esta es la base material del poder avasallador de EE.UU. en el mundo de hoy y lo que permite afirmar que el liderazgo excepcionalmente carismático de Donald Trump tiene raíces estructurales.

Todo este extraordinario conjunto innovador actúa sobre la premisa de que los sistemas productivos del mundo serán transformados por la Inteligencia artificial en los próximos 10 años.

La verdad siempre está a la vista: lo que Trump hace a través de su política de aranceles extremadamente elevados es obligar a los mayores países del sistema global como Japón y la UE a abrir sus economías a la superior productividad norteamericana y de esa manera acelerar el proceso de integración del capitalismo del siglo XXI.

El punto número 1 de la agenda económica de Donald Trump es la creencia, típicamente norteamericana, de que las inversiones son más importantes que el comercio; y ahora quiere arrastrarlas con el vendaval de la Inteligencia artificial.

El “proteccionismo norteamericano” es hoy exactamente lo contrario de lo que afirma el lugar común. Las tarifas drásticas y elevadas de Donald Trump son el instrumento para integrar el capitalismo mundial al servicio irrestricto de la hegemonía norteamericana. Es “el mundo al revés” de Chesterton, y ésta como todas las paradojas es su verdad profunda.

La civilización norteamericana – futurista pero anti-utópica – conjuga todo en tiempo presente y el resultado es el siguiente: la Inteligencia artificial ha desatado en EE.UU. un fenomenal boom de innovaciones de entre 4 y 6 puntos del producto, según Goldman Sachs. Esto implica un incremento adicional de productividad de 1% en el año, que exige más de U$S 200.000 millones de inversiones en ese periodo. Ésta, en breve síntesis, es la mayor inversión en relación al producto de la historia del capitalismo a contar de la Primera Revolución Industrial (1780/1840).

El “excepcionalismo norteamericano” escapa a las categorías del optimismo o el pesimismo. En todo caso EE.UU. es “…el país del mundo donde el futuro llega primero”, en los términos imperecederos de Alexis de Tocqueville.

Por eso es que Raymond Aron insistía en que el requisito fundamental para comprender la realidad norteamericana es una actitud de profunda admiración.

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