Julián Zini decía en su chamamé, la vida es una y se hace eternidad

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El obispo de la Diócesis de Goya, monseñor Adolfo Canecín presidió la misa en el cementerio de Colonia Porvenir y destacó que para los cristianos, la muerte «es solo un paso, un tránsito» hacia la vida eterna.
En la Solemnidad de los Fieles Difuntos, numerosos vecinos se congregaron en el cementerio San Juan Bautista, a unos 13 kilómetros al Sur de Goya, para participar de la Eucaristía con el propósito de orar y pedir por el descanso eterno de los seres queridos y al mismo tiempo reflexionar sobre el sentido de la muerte.

RESURRECCIÓN
Y VIDA

En su homilía, enmarcada en el Año Jubilar de la Esperanza, el Obispo centró su mensaje en la esperanza que sostiene la fe cristiana: «Somos un pueblo de esperanza y creemos en la vida eterna», afirmó y explicó que la celebración cristiana se enfoca en la resurrección y la vida.
«Lo definitivo no es la muerte, sino que es solo un paso, un tránsito. Sabemos que la muerte no es el final del camino y que nuestros seres queridos están en las manos de nuestro Padre Dios», sostuvo el prelado.
Monseñor Canecín recordó al sacerdote y cantautor correntino, el padre Julián Zini, citando su sabiduría popular: «Julián Zini decía en su chamamé, ‘la vida es una y se hace eternidad’, por eso, ‘voy a pasar nomás’, expresaba con su modo chamamecero, correntino y con tanta sabiduría».

EL DESIGNIO

Enfatizó en que el designio de Dios Padre es la salvación de todos los seres humanos, tal como lo expresa Jesús en el Evangelio de San Juan, capítulo 10 versículo 10 (Jn 10,10): «Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia».
Puntualizó además que los cristianos son «creyentes, peregrinos del Cielo, peregrinos de la eternidad y de lo definitivo», entendiendo que en este mundo «todo es transitorio».
Si bien reconoció que el dolor por la partida de un ser querido es «humano y está bien que así sea», destacó la perspectiva de la fe: «Nosotros cuando partimos nos vamos a encontrar con aquellos que se nos adelantaron en el camino hacia la Casa del Padre; esa es nuestra fe. Nos duele y eso está bien, pero no nos desespera ni desanima, porque tenemos fe y esperanza en lo definitivo».
Finalmente, monseñor Adolfo Ramón Canecín invitó a hacer una «memoria agradecida de nuestros fieles queridos difuntos», pidiendo a Dios que «nos regale el consuelo, mucha paz y nos regale el auténtico sentido de la vida, porque somos peregrinos de la eternidad, con una fe profunda que cree en la resurrección de los cuerpos».

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