La baja de la inflación es la principal bandera, en términos económicos, que el presidente Javier Milei muestra. No es menor, de una Argentina encaminada a una híper en el último tramo del Gobierno anterior, a una suba moderada de los precios hay largo camino recorrido en muy poco tiempo. El otro dato festejado en la Casa Rosada está vinculado al consumo: en mayo creció 5,5% contra el mismo mes de 2024.
Si se tiene en cuenta que el consumo terminó el año pasado con una caída de 13,9% y hay que retrotraerse al fin de la convertibilidad para encontrar números tan negativos, el índice de mayo resulta, al menos, esperanzador.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Hay números de la economía que los analistas y el propio Gobierno comienzan a mirar con cierta preocupación.
“Milei estaba en lo correcto cuando decía que el Banco Central (BCRA) tenía un déficit de 10% del PBI. Luego lo transfirió al Tesoro, y ese mismo déficit es ahora de 11,25% del PBI”, sostienen los economistas Carlos Rodríguez y Walter Graciano. El superávit fiscal es otra de las banderas del Gobierno que ahora comienza a cuestionarse.
No es la única preocupación. En la semana se conocieron dos datos negativos. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que por primera vez durante la gestión de Milei, las exportaciones bajaron. Pasado a números, cayeron 7,4%. De todos modos, y a pesar del crecimiento del 29,4% de las importaciones, el superávit comercial se mantiene. De hecho, en los primeros cinco meses acumula US$ 1.883 millones. Pero ojo, el resultado es magro si se tiene en cuenta que es 80% menor al saldo positivo que se registró en el mismo período del año anterior.
El otro número negativo de la semana fue el nivel de desempleo. El 7,9% informado indica una suba de 1,5 puntos con respecto al último trimestre de 2024 y un leve aumento de 0,2% contra el mismo período del año pasado.
Para los 31 aglomerados que releva el INDEC suman casi 1.136.000 los desocupados, cuando en el último trimestre del año pasado sumaban 822.000.
En el mundo empresario y financiero se suman otras dos preocupaciones. En un par de meses, varias firmas conocidas y por diferentes razones, no pudieron cumplir con sus compromisos de deuda: es decir, entraron en default.
El año pasado los problemas financieros que empezaron en las empresas agropecuarias, con la cesación de pagos de Los Grobo, Agrofina y Surcos, ahora siguieron con los defaults de las empresas del grupo Albanesi (la más importante es GEMSA) y Celulosa Argentina, del empresario José Urtubey. Hay más: Petrolera Aconcagua Energía (PAESA) anunció que no pagará los intereses de un bono en dólares, después de fracasar en un intento de salir a los mercados internacionales el mes pasado.
El default de las empresas preocupa a los accionistas mayoritarios y minoritarios, pero también a los bancos. Hay entidades de estructura media que si no cobran los créditos prestados a estas compañías, pueden entrar en problemas serios. La esperanza que tienen en esos bancos es llegar a un acuerdo de refinanciación con las empresas más allá del default de las Obligaciones Negociables (ON) que fueron emitidas.
En el Gobierno miran con atención esos default pero entienden que el sistema financiero está sólido.
El último informe de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) afirma que los indicadores de solvencia del sistema financiero aumentaron dos puntos porcentuales en marzo. Así, los ratios de solvencia siguen ubicándose muy por encima de las exigencias mínimas.
Sin embargo, a pesar de la solvencia, hay un dato que prende una luz amarilla: el aumento de la morosidad.
Según se desprende del último informe del Banco Central (BCRA) sobre bancos, el ratio de irregularidad del crédito al sector privado totalizó 2% para el sistema financiero en marzo, 0,2 puntos porcentuales más que en febrero. La dinámica mensual de este indicador resultó generalizada entre los distintos grupos de entidades y tipos de deudores. En el cierre del primer trimestre el coeficiente de mora de las financiaciones a las familias se ubicó en 3,3%, una suba de 0,3% puntos porcentuales mensual, y el de los créditos a las empresas en 0,9% (0,1% puntos porcentuales mensual).
Si bien la mora sigue siendo baja, el punto en cuestión es que sube el porcentaje de atrasos en los pagos a pesar del aumento fuerte que se ve en los créditos. Un ejemplo es que de mayo de 2024 a mayo de este año, creció del 5% del Producto Interno Bruto (PBI) a 11% del PBI.