Artículo extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista
Trump frente a Oriente Medio
El bombardeo estadounidense contra Irán es un capítulo más de los crímenes imperialistas de la primera potencia mundial. Una expresión más del cordón umbilical entre el Estado sionista y el imperialismo yankee, sea cual sea el color político del gobierno estadounidense y del gobierno israelí. Nada de lo que el Estado sionista hizo y hace podría ser posible sin el apoyo fundamental y de larga data del imperialismo estadounidense (y de otros). Esta es una verdad que nunca debemos olvidar.
Las justificaciones oficiales y públicas de la agresión sionista/estadounidense contra Irán son reveladoras, por sí solas, de su ilimitada arrogancia e hipocresía. Una potencia imperialista que posee más de 5.000 armas nucleares, y un Estado colonial sionista que posee unas 200, pretenden prohibir a un Estado soberano de Oriente Medio que construya las suyas. Y, curiosamente, pueden bombardear Irán por el mero hecho de que este país no posee armas nucleares (a diferencia de Corea del Norte, a la que por cierto hoy nadie se atreve a amenazar).
El hecho de que Israel, a diferencia de Irán, no sea miembro del Organismo Internacional de la Energía Atómica y haya gestionado su armamento nuclear con el mayor secretismo y fuera de todo control, hace que su denuncia de las«violaciones iraníes» sea aún más grotesca y provocadora.
El hecho de que todas las potencias imperialistas (no sólo los países imperialistas occidentales, sino incluso Rusia y China) declaren con una sola voz que«Irán no puede tener la bomba» es la medida de la profundidad de su connivencia común con el Estado sionista, más allá de sus diferentes posturas diplomáticas ante la guerra.
Donald Trump quieresubirse al tren de la guerra sionista contra Irán. No está claro si piensa bajarse o cuándo. Lo cierto es que su definición bélica desmiente una vez más todas las tonterías difundidas a bombo y platillo en los últimos meses, especialmente por la izquierda ‘campista’, sobre la inclinación pacifista del nuevo gobierno estadounidense. La mayor potencia imperialista del planeta no es ni puede ser, por su propia naturaleza, una fuerza de paz. Así lo demuestra la historia completa del imperialismo estadounidense, incluido el nuevo presupuesto de industria militar de Donald Trump.
El verdadero problema estratégico y fundamental del imperialismo estadounidense es cómo gestionar su política de saqueo ante su propio declive y el ascenso del imperialismo chino. La novedosa línea con la que el segundo gobierno de Trump parece abordar este problema se trata de la propuesta dirigida a Rusia y China de una partición negociada del mundo sobre la base de áreas continentales de influencia: América a los estadounidenses (incluyendo América Latina, América Central, Canadá e incluso Groenlandia); Ucrania a Rusia; Asia a China (¿con ofertas útiles sobre Taiwán?).
La rotunda apertura de Trump hacia Putin y su posible rol global, el evidente abandono de Ucrania por parte de Estados Unidos (después de un acuerdo de saqueo sobre sus recursos minerales), la humillante marginalización de los ‘aliados’ imperialistas europeos en todos los tableros de la política mundial, la misma relativa desvinculación de Estados Unidos del Viejo Continente, todo esto es un resultado de la nueva línea de Estados Unidos. No una línea de «paz», sino una línea de reparto del botín entre criminales imperialistas. No sabemos si tendrá éxito, pero sí sabemos que esa es su naturaleza.
LA DIFICULTAD DE LA LÍNEA TRUMPISTA EN ORIENTE MEDIO
Oriente Medio es un punto difícil para Trump. Pero también es un camino obligado de ejercicio y experimentación. La crisis de la hegemonía estadounidense en la región es el resultado de una larga cadena de desastres y derrotas, desde Irak hasta Afganistán. En la última década, el imperialismo ruso había sido el principal beneficiario de la crisis estadounidense, a través de la consolidación del eje con Assad, el desembarco en Libia, el pacto con los Emiratos Árabes, la alianza con el régimen iraní y su red de apoyo (en Líbano, Siria, Yemen). Pero en los dos últimos años, el genocidio del sionismo en Palestina ha vuelto a trastocar el escenario: colapso de Assad, derrota de Hezbolá, debilitamiento de Irán y sus proxys. Por lo tanto, la nueva guerra sionista contra Irán es (también) el resultado de las nuevas relaciones de poder en la región, y al mismo tiempo la coronación del impulso expansionista israelí (ocupación de Gaza, anexión de Cisjordania, expulsión manu militari de la población palestina, ampliación en los Altos del Golán, subordinación del Líbano al nuevo orden sionista). Es el proyecto del Gran Israel.
Pero, ¿hasta qué punto encaja el Gran Israel en el diseño imperialista global de Trump? La cuestión está abierta. Trump pretende extender los Acuerdos de Abraham a Arabia Saudí como la nueva piedra angular de la estabilidad en Oriente Medio, lo que supondría una garantía en la región y le permitiría participar en el desafío estratégico con China en la zona del Pacífico.
Pero, ¿puede el gobierno saudí aventurarse a un acuerdo histórico con Israel al mismo tiempo que Israel lleva adelante una matanza en Gaza? ¿Pueden hacerlo las monarquías del Golfo, desafiando el odio de la población árabe? A sus ojos, el redimensionamiento del rival histórico de Irán es en sí mismo bienvenido, más allá de desvincularse formalmente de la guerra. Pero, ¿acogerían con igual satisfacción un expansionismo desenfrenado del Estado sionista en la región?
Los vaivenes de Donald Trump son emblemáticos. Primero una negociación separada (incluso) con Hamás, para liberar a un prisionero estadounidense, luego una negociación con los Houthis, para asegurar los barcos estadounidenses, luego una negociación con Irán, sobre la cuestión nuclear. Todo ello pasando por alto a Netanyahu, e incluso ignorándolo durante su última gira por los países árabes del Golfo. En este contexto, el ataque de Netanyahu a Irán tiene todas las indicaciones de haber estado dirigido (también) a interrumpir las negociaciones de Trump: una forma de enfrentar a EEUU con hechos consumados y obligarle a alinearse con Israel.
Trump, ‘avisado’ pero no implicado en el ataque, al principio tuvo que aguantarse. Luego propuso a Rusia como mediador para desactivar el conflicto en nombre de la desescalada, insinuando un trueque entre una capitulación iraní bajo la presión de Putin, y un nuevo salvoconducto a la guerra de Putin en Ucrania. A continuación, elogió el «espectacular éxito militar» de Israel. Por último, optó por compartir este éxito con sus propios bombarderos. ¿Hasta cuándo y para qué? ¿Para aspirar a un cambio de régimen en Irán bajo la presión de la guerra, contando quizás con posibles deserciones de una parte de los pasadarán? ¿O para intentar reanudar la interrumpida negociación con Irán, tras haber demostrado su lealtad a Israel en la guerra, y por tanto con la esperanza (no sabemos si fundada) de un mayor margen de maniobra? La apertura de Trump al imperialismo ruso difícilmente puede conciliarse con la guerra contra Irán, aliado de Rusia. La reunión del presidente iraní en Moscú con Putin es un mensaje para Trump.
LA DEFENSA DE IRÁN FRENTE A ISRAEL Y EEUU.
UN PROGRAMA REVOLUCIONARIO
Los próximos días son fundamentales. El hecho clave sigue siendo que todos los complots de guerra y «paz» en Oriente Medio entre los diversos matones imperialistas y el Estado sionista tienen lugar a costa de los pueblos oprimidos de la región. Ante todo de la población palestina, pero más en general de toda la población árabe y persa.
El Estado sionista tuvo la desfachatez de apelar a la rebelión contra Jamenei en el mismo momento en que bombardea las ciudades iraníes. Pero «Mujer, vida, libertad» nunca será un canto de guerra israelí, porque es el grito de la revolución iraní. Sólo los trabajadores, las mujeres trabajadoras, y el pueblo pobre de Irán tiene derecho a pasarle factura al régimen que los oprime. Los sionistas no tienen este derecho. El estado colonial genocida que lleva dos años masacrando al pueblo de Palestina ante los ojos del mundo no tiene este derecho.
Defendemos incondicionalmente a Irán y su soberanía del ataque del monstruo sionista/estadounidense, y al mismo tiempo luchamos por la solución de un gobierno obrero y campesino en Irán. Esto no es en absoluto contradictorio, ni requiere etapas diferentes en la lucha. Son dos postulados paralelos y complementarios de una postura marxista revolucionaria. La misma postura que adoptamos durante la guerra imperialista contra el carnicero Saddam Hussein en 2003. La misma postura que adoptamos durante la guerra imperialista británica contra la Argentina del general Galtieri en 1982.
Contra el imperialismo y el sionismo, siempre y sin condiciones. Con un programa de revolución socialista, el único que puede dar a los oprimidos una verdadera y justa paz.
Por Marco Ferrando